La actitud que asume la
sociedad ante la soltería por elección y ante aquellas mujeres que deciden no
tener hijos está lejos de ser tolerante y lejos de intentar contener el fenómeno.
La presión que la sociedad opera sobre las mujeres solteras y sin hijos, con el
fin de cambiar su estatus personal y familiar, es de enormes dimensiones y está
inversamente relacionada con el grado de legitimidad que la sociedad les irradia.
Esto se suma al ya establecido estereotipo que ve a la soltería como una amenaza
a la institución del matrimonio.
Una amiga mía soltera y sin
hijos - por elección- de 36 años, me conto
una anécdota que le había sucedido hacía dos días: un hombre la levantó cuando
estaba haciendo dedo, y vaya que no encontró mejor manera de intentar romper el
hielo que convencerla de que debe tener hijos, de
que los niños traen la felicidad, y de que ella no puede imaginarse lo que se
pierde. Todo esto, sin ni siquiera saber
si se trata de una elección de su parte o de un problema de fertilidad. El tipo simplemente trató de darle validez a
la frase “בקרוב אצלך” (“muy
pronto también tu”, que en este país se usa decirles a las solteras en los
casamientos, como un buen deseo). No pongo en duda de que los niños nos hacen
felices, tampoco hago un llamado a la soltería, sino que intento una mirada un
poco más amplia y quizás también crítica sobre el fenómeno social.
Los datos estadísticos
muestran una clara tendencia de que el fenómeno de la soltería por elección y
la falta de hijos esta creciendo en el mundo occidental.
¿Y cuál es la situación en Israel?
El culto a la
natalidad
La tasa total de natalidad
(promedio de hijos que una mujer dará a luz en su vida) en 2012 - se estimó en
3.05. La población israelí se considera una población relativamente joven en relación
a la población en los países occidentales. La natalidad de la mujer en Israel es
de las más altas, comparando con la mayoría de los países de la OCDE. En 2012
el porcentaje de niños de 0-14 años de edad en Israel se midió en un 28,2 %. En
2012, la edad media de la población israelí fue de 29,6. En mi opinión, uno de
los órganos que forman parte del cuerpo de la mujer judía israelí se ha convertido en público. Se trata del “útero público”.
Este término –y la idea incluida en el- le
ordena a la mujer judía israelí donar su útero a la sociedad y al Estado. En
otras palabras, su vientre no le pertenece sólo a ella, sino también le pertenece
al estado y a la sociedad, por lo que se espera que se multiplique con el fin
de atender las necesidades demográficas nacionales. Sirviendo así también a las necesidades militares
y de seguridad, a la descendencia de la nación y al sustento de la Tierra de
Israel. El ethos del útero público es un primo directo de la ética del “uno
para todos” generada durante el
establecimiento del estado.
Lugar de Israel en la tasa
global de fecundidad de la OCDE, el primero de la izquierda.
Es más que obvio que la mujer
paga un precio. Es suficiente centrarse en los datos pertenecientes al mercado laboral
asalariado, para ver las diferencias y la discriminación que causan detrimento en
las mujeres, especialmente en aquellas que son madres. Las mujeres pagan el
precio. Este precio no se reduce sólo a tener que lidiar con preguntas
ilegítimas e ilegales en las entrevistas de empleo o en la discriminación -abierta
o encubierta- que sufren las mujeres que quieren volver a una carrera después
del nacimiento de los niños. Creo que el precio que pagan las mujeres es más
profundo.
Es el uso del cuerpo femenino
como un recurso para la promoción de una ideología, el uso del cuerpo femenino
como una herramienta para la implementación de ideas. El cuerpo de la mujer
como un recurso más para la creación de un estado judío, una herramienta para la preservación, el
crecimiento y la continuidad del Estado judío y para la unión nacional bajo el
culto a la fertilidad y la natalidad. El método de utilizar el cuerpo femenino
como un producto en sí mismo o como un recurso para promover ideología o para promover
algún producto de consumo, no es nuevo. No sólo que el método funciona, sino
que existe la interiorización de este discurso por las mujeres mismas –que se
encuentran sumergidas en el-. Esta internalización suprime cualquier espacio de
discusión social relacionada con el individuo, con los sentimientos personales
y con la identidad femenina. Tales cuestiones son empujadas fuera de los límites de la discusión social y así
es cancelado cualquier intento de rever o poner a prueba las prioridades
sociales. Esta situación viola el debate sobre el lugar de la mujer en la
sociedad y su derecho a la igualdad. Las mujeres pagan el precio. Pero puede ser
que no solamente las mujeres?
El ethos del "útero
público" no sirve a los intereses del Estado
El problema del envejecimiento
de la población y el descenso de la fecundidad es visto como un problema
general real. Sin duda alguna es un grave problema en términos de la estructura
económica actual. Hay quien predice el colapso del sistema de pensiones y el
colapso del sistema de salud nacional.
Si en los años sesenta y
setenta le temíamos a un futuro de sobrepoblación que traería una crisis global
sin precedentes, hoy le tenemos miedo de una tasa de natalidad baja y al
envejecimiento de la población. De hecho, la tasa de natalidad disminuye en los
países desarrollados, principalmente en Europa occidental. Junto con la disminución de la tasa de
natalidad también se está viendo un aumento en la esperanza de vida. Aunque no
es lo que sucede en los países en desarrollo. Puede ser que en cierta medida estemos
viendo un proceso de equilibrio, una contracción y expansión natural de la población
general del planeta. Tal proceso podría mantener al género humano lejos de un derrumbe
como consecuencia de hacinamiento. Tal vez, tratar a la disminución de la tasa
de natalidad como un problema sería una mirada completamente equivocada, local
y estrecha. Tal vez deberíamos mirar la
situación como una condición natural y deseable. ¿Quién sabe si este no es el
momento de cambiar la estructura económica en curso y re- definir las
estructuras sociales existentes, en lugar de seguir alentando la maternidad y
el crecimiento demográfico? Las consecuencias de la densidad de la población en
Israel pueden ser más devastadoras que la desaceleración de la natalidad.
Israel duplicará su población en 2050 y así se convertirá en uno de los países
más densamente poblados y hacinados del
mundo. El impacto de tal escenario no se ve muy positivo.
Tal vez sea hora de considerar
los costos sociales que estamos dispuestos a pagar, de examinar críticamente
las prioridades sociales y de romper el espíritu del útero público. Obviamente,
esto pondría a prueba la definición básica del Estado de Israel, pero tal vez ya
es hora de mirar amplio y largo, y de examinar seriamente también esa opción.
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Tu comentario es bienvenido y enriquece toda opinion.
Es muy triste la realidad en este sentido. La presión sobre la mujer es realmente fuerte, lo he visto de cerca.
ResponderBorrarAl principio me sorprendía que me preguntaran si no pude tener hijos, o me miraban como a una pobrecita, y con paciencia explicaba que fue mi decisión, bla bla bla
Llegó un momento en que dejé de dar explicaciones sobre el tema.
Creés que es posible un cambio?
Siempre optimista yo....creo que si pero sucede muy de a poco. Lo que me parece grave es la internalizacion de los mensajes, porque eso es lo mas dificil de cambiar. no?
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