El Gurú del Kineret
" Magia en el Mar
de Galilea
La luna era azul cielo.
Olas de plata por el esfuerzo
Ola en ola, mano a mano…"
Vi el Mar de Galilea, el Kineret,
brillar de color turquesa. Desde entonces, el
color turquesa me hace transpirar. Desarrollé un reflejo condicionado como
en el perro de Ivan Pavlov, un condicionamiento clásico. Turquesa = ataque de sudor.
La palabra "Kineret", a diferencia de la palabra "turquesa", me hace navegar por ínsulas
extrañas. Kineret = volar lejos. Ahí me
voy volando en Vimanas voladoras sobre antiguas regiones de la India sagrada.
Durante el intenso (intensísimo) calor de mediados de julio, fuimos mi esposo las dos niñas y yo – que
eran chicas, antes del nacimiento del tercero
- de vacaciones a la ciudad de Tiberias, a orillas del Lago Kineret. Las
ventanas del hotel permitían divisar una impresionante belleza, una belleza que
te deja muda, típica del Mar de Galilea. Un barco turístico navegaba lentamente
en el medio del lago. El agua reflejaba diamantes brillando intensamente sobre
un hermoso fondo turquesa.
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Así como nos subimos al pequeño Daihatsu Charade que yo tenía en aquel momento, el aire acondicionado
del automotor decide morir, se va. ¿A dónde se va el aire acondicionado, y así sin
pedir permiso? Nunca lo sabremos. Bueno, "no es tan terrible, abran las
ventanillas". Las ventanas del coche, a diferencia de las ventanas de la
habitación del hotel, no reflejaban una belleza que te dejaba muda, sino que
directamente te dejaban muda. No se respira ni se habla. El viento es poderoso,
cálido, caluroso, fuego. Muy bueno para el disecado de todo tipo de frutas dedicadas
a una gloriosa y festiva bandeja de Tu Bishvat*. Llegados a este punto, todo semáforo
y toda parada en el camino se convertía en un SPA, pero un SPA que solo ofrece sauna .
Así como me voy quedando pegada al asiento del conductor, forrado en símil cuero acolchado - que pronto se convertiría en
plástico derretido - veo un cartel que indica la playa en particular donde
queríamos ir. Es la alegría y la felicidad. Agua helada sobre el cuerpo,
después de la sauna. Mi pareja me insiste que es un placer.
Allí, entre el enorme árbol de eucalipto y un Honda negro, hay un único
lugar para estacionar. "Todo el mundo baja antes de que entre el coche! Será
imposible abrir las puertas después." Tuve suerte de encontrar estacionamiento.
Nos hacemos camino entre piedras coloreadas de un negro gris ahumado,
muy de moda. Evidencia arqueológica de asados hechos en un pasado remoto, o no
tanto, y nos sentamos.
Allí, entre una gran roca envuelta en una toalla de color púrpura y
una pila de sandalias, lo vi. El Gurú del Medio Oriente.
Había gente sentada en circulo a su alrededor, sumergida en algún tipo
de meditación. Y aunque las nenas ya estaban con los pies en el agua, no pude
desviarle los ojos. Había una serenidad que parecía ganarle a todo miedo
existencial, a todo obstáculo, a toda enfermedad, a toda preocupación o a todo calor
intenso de julio – agosto.
El Gurú del Mar Kinneret, que extrae a la gente desde las tinieblas
hacia la luz. Solo podía pensar en esa frase.
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Mientras mi marido murmuraba algo acerca de algún lugar de
atracción turística que se podía visitar esa tarde, yo sólo pensaba en el significado
de la vida. Pensé en los millones de personas, de todos tamaños y colores, convencidas
de la existencia de fronteras insalvables entre países y pueblos. Pensé en los
astronautas mirando a la Tierra desde la estación espacial internacional. Los
astronautas ven la Tierra desde el espacio y comprenden - con todos los
sentidos y no sólo intelectualmente - que no hay límites. Que todos pertenecemos a una raza, la humana.
Pensé en el libro recomendado por el profesor de Sociología y que nunca compré**.
Pensé en la hegemonía indiscutible. Pensé en los mitos comunes y en la educación
de los niños. Así como miraba concentrada el círculo de silencio de la gente
con las piernas cruzadas meditando, me aclaré otra vez las cosas realmente importantes .
Una pelota inflable de repente cayó sobre mi cabeza. "mamaaaaa
" me avisa la chiquita.
Yo me pregunto, cómo nos las arreglamos para conseguir unas
vacaciones en un lugar exótico a este precio, y pienso por qué conviene
vacacionar en lugres exóticos.
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* festividad en la cual se come frutas secas y disecadas
**el libro recomendado por el profesor de sociología:
"Fronteras imaginadas"
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